lunes, 8 de abril de 2019

"Rabia de que corras por mis venas y no poderte abrazar"

Hoy he visto el arcoiris, y ha sido reconfortante, hasta alegre. A lo mejor no lo entendéis, pero yo si.

La tuitera "La vecina rubia" cuenta que, cuando los padres se mueren, viajan hasta el arcoiris de los padres y allí son felices; y que cuando vemos uno, es porque intentan comunicarse con nosotros y  nos dicen que están bien, que todo está bien.

Puede que la historia me guste porque tengo complejo de Peter Pan y soy un poco niña, o porque quiero pensar que él está en alguna parte y es feliz, y me ve y me cuida. No lo sé.

Supongo que me tatué su nombre en la piel siendo consciente que siempre tendré una cicatriz, que a veces duele más y otras menos. Hoy duele mucho, porque hace siete años que te fuiste y es tanto tiempo que me mata solo de pensarlo.

Los años van pasando y cada día nos alejamos más. Pero, al mismo tiempo, crezco y siento que te voy conociendo un poquito mejor. Que voy entendiéndote, asimilando la vida (porque a ésta nunca se la entiende) y avanzando.

Escribo desde que tengo uso de razón. Mi primer relato corto lo escribí con ocho años, pero tú mucho antes me escribías historias que luego me contabas a la luz de mi lámpara en forma de luna antes de dormir.

Gracias a ti, años después, decidí echar a un lado mi inexperiencia preadolescente y mi miedo a enseñar lo que había escrito sobre mis inseguridades y mis sueños. Escribía, escribía y escribía. Para mi, para concursos, y sobre todo para ti, porque tú siempre estabas detrás por si me caía y necesitaba que alguien me sostuviera, me levantara. 

Por ti escribo, y por ti adoro la literatura como a muy pocas cosas en el mundo. Aunque es verdad que ahora leer es más solitario, desde que no te tengo al otro lado del sofá con tu novela negra en una mano, y tu cigarrito en la otra.

Llevo siete años esperando a que vuelvas a cruzar la puerta de casa, y sé que nunca lo volverás a hacer. Pero hay instantes en los que se me olvida el pasado, en los que en la espera hay realmente ilusión, hasta que despierto y vuelvo a la realidad.

Me quedan tus cartas, tus amigos, tus consejos, tu poesía y tu voz. Pero tú no, no estás, y al pensarlo en voz alta me siento como una niña pequeña que deambula perdida a no sabe dónde.

"Sé que me cuidas y velas por mi, que miras todo el tiempo,
pero no quiero puntos de mira, solo de encuentro.
Así que cierro los ojos y ahí derrites cada invierno.
Siempre mío, sempiterno.

(...)

Gritaré con fuerza todo lo que he conseguido
para que, por una vez, el mundo y tú seáis testigos.
Espérame en la meta, que aún me queda recorrido,
pero que tu mejor parte me acompañe en el camino."

No hay comentarios:

Publicar un comentario