miércoles, 2 de septiembre de 2020

Confesiones XX

Hubo un punto de mi vida en el que sentí que era responsable de ti, de tu bienestar, que lo que yo hiciera iba a condicionar cómo te sintieras tú. Tenía ese peso en los hombros, que yo misma me había auto impuesto, pero que tenía razones para sentirme así. Todas tus noches de charlas, de lágrimas, de escenas violentas sin ningún tipo de sentido. Y todas tenían un punto en común: Yo. Y era capaz tanto de crearte sentimientos negativos, como positivos. Conseguí que te plantearas la vida, que vieras que tus amigos eran lo primero, que había personas que no merecían la pena, y que tú ibas primero. 

Pero ahora que hay otra "yo", ahora que otra persona ocupa el lugar que yo tuve durante casi cinco años, me he quitado ese peso emocional de encima, y lo que más he sentido ha sido alivio. Ya no tengo miedo de que vengas borracho y me digas "te quiero"; no tengo miedo de que me veas con un chico y desaparezcas durante toda la noche sin decirle nada a nadie, no tengo miedo de que te rompas la mano dándole puñetazos a una pared porque no te he dicho lo que querías oír. 

Soy libre, y debería haberlo sido desde hace casi dos años, pero ahora lo soy de verdad. Ahora otra persona tendrá que cargar con tus cambios de humor, con tu lado violento y cabezota, con tu inestabilidad emocional. Y, de todo corazón lo digo, ojalá ella sea capaz de soportarlo, de soportarte. Pero ya no volverás a ser mi preocupación, ni tendré miedo a presentar a alguien a nuestros amigos por cómo puedas reaccionar. Ahora, por fin, puedo ser yo y hacer lo que tenga la necesidad de hacer, sin importarme cómo te siente, porque realmente ya no deberías de sentir nada. 

¿Es raro que te haga feliz que tu ex tenga una pareja nueva? No lo sé, puede. Pero yo, claramente, lo estoy.