martes, 17 de septiembre de 2019

Confesiones XV

Querid@ quienseas:

Por mi cabeza pasan tantos pensamientos a la vez que ha llegado un punto que no sé realmente cómo gestionarlos. No sé a quién estoy escribiendo, ni si realmente estoy escribiendo a alguien, pero hoy necesito que alguien, o nadie, me escuche. Estoy perdida, perdida porque estoy viendo como personas que quiero mucho se pierden y no tengo ni idea de cómo hacer que vuelvan.

En primer lugar está él, mi mejor amigo, el que me ha aguantado más llantos que mi madre y más dramas que mis amigas. El que siempre sabe cómo estoy, a quien no puedo engañar ni queriendo, y en todas me ha ayudado.
Ahora mi tarea es ayudarle a él, y no puedo, no sé cómo hacerlo. Soy buena consejera, creo que siempre lo he sido, pero las enfermedades mentales son algo que se escapan de mi control, y cuando  alguien que te importa tanto te mira a los ojos y te dice que no tiene ganas de vivir, te acojonas; cuando te llama a las 7 de la mañana por un ataque de ansiedad, te acojonas; cuando te dice que no tiene fuerzas, te acojonas.
Mis consejos son los que cualquier otra persona le diría, "ve a un psicólogo". Soy la única persona en la que confía para contarle toda su mierda, y solo se me ocurren esas tres palabras. Soy un fraude, o así me siento.

Por otro lado, tengo a una persona que fue muy importante para mí hecha un desastre, y lo está desde que yo me fui (o me echó) de su vida. No sé si me siento culpable, tampoco debería, porque poniendo la balanza me ha hecho más daño que feliz durante los últimos dos años. Pero me preocupo, porque de buena soy idiota. O a lo mejor estoy pensando de manera egoísta y egocéntrica, creyendo que tengo que ser yo quien le rescate, siendo amante de las causas perdidas.
En cualquier caso, mi cabeza no me deja estar de brazos cruzados viendo cómo se echa a perder lenta y dolorosamente. Ahora estamos en la fase en la que él solo me echa de menos cuando no tiene otro entretenimiento con el que jugar, pero el caso es que yo le echo de menos todos los días porque esa persona no es quien yo conocí, y realmente merece la pena que vuelva, sea por/para mi, o por/para otra persona.

Y para acabar, y hablando un poco de mí que tampoco viene mal, digamos que mi futuro es incierto, un agujero negro, un pozo del que no sé cómo salir, y me da miedo. Me da miedo porque no sé estar parada, no quiero estarlo con tantas cosas en la cabeza, porque al final voy a estallar.

Estos últimos días la presión me ha podido, he hecho cosas como si nada importara más que yo, porque creía que me lo merecía por una vez, y no está bien. No está bien porque yo no soy así, suelo saber gestionar mis emociones y no dejarlas salir en forma de niñateces, pero esta vez lo he hecho. Y lo siento, porque creo que he hecho daño a personas que nada tienen que ver con mis problemas. Porque son míos, nada más que míos, y yo tendré que lidiar con ellos.