sábado, 25 de enero de 2020

Confesiones XIX

Acabo de volver del hospital.

Llevaba dos años sin pensar esas palabras. Sin recorrerme esos pasillos interminables, sin esas noches en vela en las que no puedes dormir porque estás en el sillón más incómodo inventado por el hombre, sin preocuparme, sin estar asustada.

Se me ha hecho hoy muy duro ver a uno de los hombres más inteligentes del mundo (para mi) desubicado, desorientado, agobiado, preocupado. Ya no soltaba bromas ni te miraba con esos ojos pícaros de niño.

Sí igual que un niño, pero asustado, que necesitaba que le dieras la mano y se la apretaras bien fuerte para que sintiera que todo iba a salir bien.

Ahora solo puedo pensar en todos los consejos que me ha dado a lo largo de los años, y nunca he hecho caso. Porque, al igual que él, a cabezota no me gana nadie.
Lee a Kapuscinski.
Haz el doctorado.
Mírate esto, escucha lo otro.
Vente conmigo al rugby.

Y la imagen con la que hoy me voy a dormir es de él solo, en la habitación de un hospital, llorando y sin querer soltarme la mano. Porque tiene miedo. Porque no sabe que pasa. Ni yo tampoco.

Lo único que pido, por favor, es que no se vaya todavía, no estoy preparada para perderle. Es mi mayor admirador, lee y escucha todo lo que hago, me apoya y me sujeta. Le necesito.

Con lo único bueno que me quedo hoy, es con mi familia. No he podido tener más suerte con ellos. Son lo mejor que tengo. Y de lo mejor que tengo en la familia es a él, que es como mi segundo padre.

Hoy yo también me voy a dormir llorando, y nerviosa, con miedo. Solo espero que todo salga bien.

sábado, 18 de enero de 2020

Confesiones XVIII

Las inseguridades van aumentando cada día más. Experiencias fallidas. Una, tras otra, tras otra. Siempre aparece otra, siempre reaparece alguien, nunca soy la primera opción.
Últimamente soy la chica con la que estás para descubrir que quieres volver con tu ex, a la que engañas por otra, con la que quedas y tomas cerveza antes de conocer al amor de tu vida.
Y ahora empiezo a pensar que cómo voy a ser la primera opción de alguien, si no soy suficiente. No soy nadie. No soy.
O tal vez es que siempre llego tarde, por arrastrar inseguridades, y por no querer tirarme a la piscina por miedo a que esté vacía.
No me duele haberle perdido, al final he ganado más dándome cuenta de que era un auténtico capullo. Pero me duele empezar a tener estos pensamientos autodestructivos que no puedo sacarme de la cabeza.

Que a partir de hoy todo es recordar,
no te olvidaré, no me olvidarás.
Dime que no es cierto
y que este amor tan grande no se acabará.
Hoy no me voy a dormir,
para que al reloj no le pasen las horas.
Sonrisas por fuera, aunque por dentro lloras.
Yo voy a quedarme y tú te vas a ir.