domingo, 21 de abril de 2019

Confesiones VIII

Supongo que este desastre estaba destinado a ser eso, un desastre. Supongo que no tengo muy claro qué es lo que siento. O si, y no quiero admitirlo.
Me siento idiota por no haberlo visto venir, por ilusionarme, por volver a darme contra el suelo por ir sin frenos, por tirarme a la piscina de cabeza pensando que había agua donde realmente solo había sequía.
De verdad creía que esta vez iba a salir bien, que él iba a salir bien, eso quería creer. Pero el destino, el universo, Dios si es que existe, sabía que es el príncipe de otra princesa. Solo faltaba que yo me diera cuenta.
No sé si todo fue mentira, si hubo algo de verdad, o si nos engañamos los dos a nosotros mismos. Lo que sí que tengo claro es que él encendió algo dentro de mi, que no sé cuándo seré capaz de apagar. Cuánto en tan poco, sería la definición perfecta.
Lo peor de todo esto, o eso pienso yo, es que no estoy enfadada. No puedo estarlo. Y no sé por qué. Y me da rabia.
Solo me queda recordar lo bonito, y seguir con mi vida como si nada hubiera pasado. Pero ya llevo tantas hostias, que no sé ni cómo quiero que acabe esto. Solo quiero que acabe, de una manera u otra. Aunque bueno, también se suele decir que la esperanza es lo último que se pierde, y ya sé que es de ser imbécil estar esperando, pero sigo sin aprender.

Que la vida da muchas vueltas, eso lo sabemos todos, pero estoy demasiado mareada como para seguir con el ritmo que me impone.

Voy a hacer de ti solo una canción, que será Madrid sin nosotros dos. Háblale de mi a otro como yo.
Yo estaré sin ti, tú estarás mejor.
Andrés Suárez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario