sábado, 27 de abril de 2019

Lo que escribí cuando no debía escribir(te) II

Te echo de menos. No te puedes llegar a imaginar cuánto.
Todos los días más de una vez me ha pasado algo que he querido contarte, o he querido compartir algo que me ha hecho feliz, o simplemente me he acordado de ti, por cualquier cosa. Y yo estoy aquí sentada, mirando el móvil, con una mínima esperanza de que en algún momento todo esto no haya pasado y aparezcas tú con un "Buenos días".
Por una parte, quiero pensar que a ti también te está pasando lo mismo, que también te está costando, y así no me siento tan ridícula.

"Me siento como quien ha perdido la ilusión, porque le dijeron que toda magia implica truco".

Y si no, no sé cómo has sido capaz de olvidarte de todo tan rápido. Todo lo que íbamos a hacer, todo lo que hemos hecho, todo lo que hemos sentido. Supongo que soy demasiado sensible e intensa para ilusionarme.
Me siento perdida, porque había creado una rutina a tu alrededor, que no tendría que haber hecho. No tendría que haber confiado.
Ese es siempre mi mayor error, que confío demasiado en las personas. Nunca dudo de si todo podría ser un sueño o no, si realmente todo es cierto o me están engañando, nunca pienso que de un día para otro, todo se puede acabar.
Tal vez tenga que dejar de confiar en la gente, dejar de mostrar parte de mi yo más escondido, no dejar a la gente que me conozca de verdad. Así luego no tendré que echar de menos, simplemente hacer borrón y cuenta nueva, sin lágrimas y sin recuerdos, como han hecho todos conmigo.

"Que no quise que esto pasara,
no quise que nos convirtiéramos en recuerdos que arrasaban con todo lo que tocaban.
No vi que llovería en mis ojos,
ni que tus pupilas dejarían de mirarme.
No quise escuchar ninguna canción, porque todas me traían tu perfume de vuelta.
Aunque me las supiese de memoria, aunque en todas aparecieses tú".

miércoles, 24 de abril de 2019

Lo que escribí cuando no debía escribir(te) I

Tengo una necesidad imperiosa de saber qué piensa, de saber qué soy para él, de saber si tengo alguna posibilidad de ser parte de su vida de alguna manera.

Antes me contaba casi todo lo que se le pasaba por la cabeza, o esa es la impresión que yo tenía, me transmitía confianza. Y ahora me siento vacía sin saber qué siente, qué quiere, qué hace.
Supongo que es que él tampoco lo sabe, y ahora mismo creo que no soy quién para preguntar y que quiera contármelo, ni la más indicada. No sé, solo quiero que todo pase, para él y para mi, para los dos.

Solo espero que haya significado algo, que me tenga en cuenta. Quiero pensar que el tiempo vivido, que para mi ha sido un auténtico paraíso, también haya sido importante para él. Corto, pero intenso. En tan poco me ha cambiado, y tuve muchísimas oportunidades para decirle las cosas y no lo hice por miedo, y es ahora cuando más miedo tengo.
Miedo a no volver a saber nada de él, a que no quiera saber nada más de mi, a que no me hable, a que no se acuerde de mi, a que no se quiera acordar.

Sigo esperando, aunque sé que no debería, y no sé cuánto tiempo seguiré esperando, pero no tiene pinta de que esto se me vaya a pasar pronto, y eso también me da mucho miedo.


Miedo de volver a los infiernos, miedo a que me tengas miedo, a tenerte que olvidar.
Miedo de quererte sin quererlo, de encontrarte de repente, de no verte nunca más.
Para empezar, diré que es el final.

domingo, 21 de abril de 2019

Confesiones VIII

Supongo que este desastre estaba destinado a ser eso, un desastre. Supongo que no tengo muy claro qué es lo que siento. O si, y no quiero admitirlo.
Me siento idiota por no haberlo visto venir, por ilusionarme, por volver a darme contra el suelo por ir sin frenos, por tirarme a la piscina de cabeza pensando que había agua donde realmente solo había sequía.
De verdad creía que esta vez iba a salir bien, que él iba a salir bien, eso quería creer. Pero el destino, el universo, Dios si es que existe, sabía que es el príncipe de otra princesa. Solo faltaba que yo me diera cuenta.
No sé si todo fue mentira, si hubo algo de verdad, o si nos engañamos los dos a nosotros mismos. Lo que sí que tengo claro es que él encendió algo dentro de mi, que no sé cuándo seré capaz de apagar. Cuánto en tan poco, sería la definición perfecta.
Lo peor de todo esto, o eso pienso yo, es que no estoy enfadada. No puedo estarlo. Y no sé por qué. Y me da rabia.
Solo me queda recordar lo bonito, y seguir con mi vida como si nada hubiera pasado. Pero ya llevo tantas hostias, que no sé ni cómo quiero que acabe esto. Solo quiero que acabe, de una manera u otra. Aunque bueno, también se suele decir que la esperanza es lo último que se pierde, y ya sé que es de ser imbécil estar esperando, pero sigo sin aprender.

Que la vida da muchas vueltas, eso lo sabemos todos, pero estoy demasiado mareada como para seguir con el ritmo que me impone.

Voy a hacer de ti solo una canción, que será Madrid sin nosotros dos. Háblale de mi a otro como yo.
Yo estaré sin ti, tú estarás mejor.
Andrés Suárez.

lunes, 8 de abril de 2019

"Rabia de que corras por mis venas y no poderte abrazar"

Hoy he visto el arcoiris, y ha sido reconfortante, hasta alegre. A lo mejor no lo entendéis, pero yo si.

La tuitera "La vecina rubia" cuenta que, cuando los padres se mueren, viajan hasta el arcoiris de los padres y allí son felices; y que cuando vemos uno, es porque intentan comunicarse con nosotros y  nos dicen que están bien, que todo está bien.

Puede que la historia me guste porque tengo complejo de Peter Pan y soy un poco niña, o porque quiero pensar que él está en alguna parte y es feliz, y me ve y me cuida. No lo sé.

Supongo que me tatué su nombre en la piel siendo consciente que siempre tendré una cicatriz, que a veces duele más y otras menos. Hoy duele mucho, porque hace siete años que te fuiste y es tanto tiempo que me mata solo de pensarlo.

Los años van pasando y cada día nos alejamos más. Pero, al mismo tiempo, crezco y siento que te voy conociendo un poquito mejor. Que voy entendiéndote, asimilando la vida (porque a ésta nunca se la entiende) y avanzando.

Escribo desde que tengo uso de razón. Mi primer relato corto lo escribí con ocho años, pero tú mucho antes me escribías historias que luego me contabas a la luz de mi lámpara en forma de luna antes de dormir.

Gracias a ti, años después, decidí echar a un lado mi inexperiencia preadolescente y mi miedo a enseñar lo que había escrito sobre mis inseguridades y mis sueños. Escribía, escribía y escribía. Para mi, para concursos, y sobre todo para ti, porque tú siempre estabas detrás por si me caía y necesitaba que alguien me sostuviera, me levantara. 

Por ti escribo, y por ti adoro la literatura como a muy pocas cosas en el mundo. Aunque es verdad que ahora leer es más solitario, desde que no te tengo al otro lado del sofá con tu novela negra en una mano, y tu cigarrito en la otra.

Llevo siete años esperando a que vuelvas a cruzar la puerta de casa, y sé que nunca lo volverás a hacer. Pero hay instantes en los que se me olvida el pasado, en los que en la espera hay realmente ilusión, hasta que despierto y vuelvo a la realidad.

Me quedan tus cartas, tus amigos, tus consejos, tu poesía y tu voz. Pero tú no, no estás, y al pensarlo en voz alta me siento como una niña pequeña que deambula perdida a no sabe dónde.

"Sé que me cuidas y velas por mi, que miras todo el tiempo,
pero no quiero puntos de mira, solo de encuentro.
Así que cierro los ojos y ahí derrites cada invierno.
Siempre mío, sempiterno.

(...)

Gritaré con fuerza todo lo que he conseguido
para que, por una vez, el mundo y tú seáis testigos.
Espérame en la meta, que aún me queda recorrido,
pero que tu mejor parte me acompañe en el camino."

jueves, 4 de abril de 2019

"Ella es la más bella estrella"

Supongo que el término de "muerte digna" solo la llegan a entender realmente aquellos que aprecian la vida y la manera que la vives; y que no tenemos que estar aquí por obligación, sino por placer.

Supongo que uno de los peores momentos de mi vida, fue ver cómo la vitalidad de la mujer más hermosa y fuerte se iba apagando. Ver como sufría, como subsistía, como se iba.

Supongo que, si hubiera tenido valor, también la habría ayudado. Y fue por mi, por no poder, no por no querer, no por ella.

Supongo que nunca me hubiera atrevido a ayudarla, por mucho que ella hubiera podido pedirlo. 

Supongo, y además lo creo, que ella no se lo merecía. Que era la mujer más buena del mundo, más apasionada por la vida, más entera, más viva.

Supongo. 

No, supongo no. 

Sé que estaba orgullosa de ella; que me encantaba pasear de su mano por las playas de Valencia; que me apasionaba tener una abuela que se pusiera bikini; que la miraba, y pensaba que de mayor quería ser así.

Sé que me escuchaba como pocos lo han hecho, y que habría movido cielo y Tierra si yo lo hubiera necesitado. Ella era así.

Sé que superó un cáncer, pero la vida le tenía preparadas más piedras para el camino.

Y también sé, de primera mano, que la esclerosis es una mierda.

"Cuántas cosas nos quedaron por hacer,
y cuántas más estoy yo viviendo en mi piel
porque tú no pudiste hacerlo en vida.
Pero qué bonito es verte brillar en un manto de luces,
en un patrón deambulante, nómada y gitano como el arte.
En qué ibas a convertirte tú,
luz de luces
si no es en una estrella."