domingo, 14 de julio de 2019

Lo que escribí cuando no debía escribir(te) III

Hace unos días volví a coger mi cuaderno, ese en el que plasmo lo que no quiero dejar aquí. Las cosas importantes, mi lado más oscuro e íntimo, lo que necesito soltar pero no quiero que nadie lo vea.
Cuando me disponía a volver a escribir con boli y en papel, me topé con un texto de hace unos meses, y me acordé de por qué hacía tanto tiempo que no cogía ese cuaderno. Lo escribí mientras era feliz, mientras no había problemas, antes de que todo empezara a ser como un efecto mariposa en el que se suceden cosas malas sin parar.
Arranqué la hoja, la rompí y la tiré a la basura, porque nada ni nadie me iba a impedir volver a escribir como siempre he hecho. Pero antes de eso, decidí escribirlo aquí, porque ante todo soy melancólica y un poco masoquista, y a veces me gusta recordar el pasado, no sé si para martirizarme a mí misma o para recordarme de dónde vengo.


MARZO 2019

Por muchas películas románticas que haya visto a lo largo de mi vida, nunca me las había llegado a creer del todo. Nunca pensé que existieran los flechazos, que pudieras conectar con una persona sin a penas conocerla pero, a la vez, sintiendo que la conoces.
Supongo que siempre he tenido debilidad por los ojos verdes, pero los suyos tienen algo más especial que un simple color.
Porque no sé cómo hizo que me dieran igual mis principios, que yo quería seguir conociéndole a pesar de las circunstancias. Porque creo que es buena persona, y no se muy bien por qué pero confío en él de manera incondicional. Mi yo del pasado diría que estoy loca y que no le conozco, pero es que siento que sí le conozco, que me ha dejado conocerle, y eso me encanta.
Es extraño cómo la vida te enseña, te dice que qué equivocada estabas, que era cierto que te esperaban cosas mejores.
Quiero seguir viviendo en mi película romántica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario