domingo, 28 de junio de 2020

Confesiones XVIII

Hoy me apetece ser un poco menos intensa de lo habitual. Bueno, en general no lo soy, solo aquí (creo). Simplemente quiero dejar escrito mi presente, para poder leerlo dentro de unos meses desde otro punto de vista (espero). 

Ayer mientras cenaba con unas amigas, una de ellas me dijo: "Tenemos que ir a que te limpien el aura y te depuren el alma, porque esta mala suerte que tienes en la vida no es ni medio normal", y lo peor es que razón no le falta. 

En cuanto a lo laboral, digamos que he optado por seguir estudiando y hacer un máster el año que viene, porque la opción de conseguir trabajo es bastante improbable, por no decir imposible. ¿Estaba entre mis planes hacer el máster? No, pero también es verdad que no me arrepiento de haber decidido hacerlo. El simple hecho de imaginarme un año de mi vida parada, quieta en casa sin hacer nada, me quita las ganas de vivir. 
El tema del TFG, supongo que es un caso aparte, o mi tutora lo es, no lo sé... Solo espero que septiembre me traiga un aprobado. 

En cuanto a lo sentimental, pues bueno, en fin, digamos que he desertado de ese mundo. Me he aburrido de que me rompan el corazón y de confiar en quien no se lo merecen, que pasen por mi vida arrasando personas que luego siguen como si yo no hubiera pasado por las suyas. Y de hecho la vida me está recompensando esta decisión. El no comprometerme con nadie me ha abierto a un mundo de muchas posibilidades, algunas nuevas y otras que quería tener desde hacía muchísimo tiempo. A alguno le voy a romper yo el corazón, porque no estoy siendo buena precisamente, otro ha aparecido después de mucho tiempo queriéndolo ambos, y un tercero que no tengo muy claro qué es pero solo quiero que siga siéndolo.

En cuanto a lo económico, y aquí creo que también meteré la parte familiar porque en este momento son exactamente lo mismo, si mi madre es capaz de mantener a un parásito tendrá suficiente dinero para mantenerme a mí, mis cervezas de los viernes y los sábados, y mi casa rural con los amigos. Supongo que en este aspecto estoy siendo bastante soberbia, y un poco egoísta, pero mi vaso rebosa desde hace mucho tiempo y mi paciencia ya no existe. 
Desapareció el momento en el que mi madre dejó volver a entrar en casa a un hombre que aporreó la puerta del baño mientras yo estaba dentro llorando; en el momento en el que dejó de ser mi madre y le puso a él por encima de mí, de mi bienestar y de mi salud mental; en el momento en el que esta dejó de ser mi casa, porque ya no la siento mía. 
Este puede que sea el peor aspecto de todos, por el que lloro todas las noches y algunas mañanas, y por el que a veces desaparezco y estoy días sin querer saber nada de ese sitio ni de esa gente. Supongo que esto es presionar tanto a alguien que acabe explotando.

Puede que ahora mismo, lo único bueno que tengo y que merece la pena en mi vida, son mis amigos. Me ayudan, me apoyan, me escuchan, me entienden y me ofrecen un hombro cuando quiero llorar y un suelo cuando caigo de la risa. Los que madrugan todos los días para sacarme de casa y llevarme a pasear a sitios bonitos, y los que llegan a las tantas por quedarse conmigo bebiendo cerveza. Ellos son el único amor que tengo, y que realmente necesito ahora mismo. Y creo, espero, que esto no cambie en el futuro. 



Volveremos a hablar para cerrar
donde será el último asalto. 
Volver a jugar, salir a ganar
podría matarnos en el acto. 
Y si todo va mal, empezar a remar.
Si naufragamos en un charco, 
quedamos igual, habrá que esperar
cuando saldrá el último barco.
Volver a nacer, aunque duelan las caídas.
Volver a crecer, aunque sangren las heridas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario