jueves, 27 de junio de 2019

Confesiones XI

Supongo que es fácil acordarse solo de lo bonito con el paso del tiempo, y querer pensar que él ha cambiado y que podría volver a ser igual de bonito que como lo recuerdas.

Puedes pensar en las tardes tirados en la cama riendo como si no hubiera un mañana, o los maratones de series con palomitas de por las noches, o los abrazos que te daba cuando estallabas a llorar y no podías parar.
Puedes creer que, tal vez, vuelvan esas risas continuas y esos chistes malos que te hacían tanta gracia, o esas noches de borracheras absurdas en las que se te declaraba y te decía que eras lo mejor que le había pasado en la vida, o esos paseos en coche mientras hablabais sobre cosas importante, o sobre miles de chorradas.
Puedes pensar que ha cambiado, que te vuelve a mirar con esos ojos tiernos con los que te miraba hace un tiempo. Puede parecer que todo podría volver a ser como antes, bonito y feliz.

Pero, además, debes acordarte del daño, de las noches llorando, de la decepción. No debes olvidarte que, al fin y al cabo, se terminó por algo. No por falta de amor, ni por falta de tiempo, más bien porque se rompió la confianza.

¿Y podrías volver a confiar en él? ¿Y de verdad te lo estás planteando?

Pues puede que si, que me lo esté planteando. Porque a lo mejor he vuelto a ver en sus ojos ese brillo del que me enamoré hace unos años, esa sonrisa y esas idas de olla que no llegaban a ser locura. He vuelto a verlo como antes de que todo se fuera a la mierda.

O puede que no, tal vez solo necesite a alguien que me conoce y que quiera darme cobijo mientras paso esta tormenta que me está tocando vivir ahora. Porque a lo mejor solo he visto lo que quería ver, y en realidad no ha cambiado nada.

En cualquiera de los casos, el tiempo lo dirá, y todo parece estar en un 50-50.

No hay comentarios:

Publicar un comentario