Mis amigas me dicen que eres un cabrón, una mala persona, y yo sigo sin creérmelo y no sé por qué. Pero también es cierto que estoy cansada de engancharme a gente que nunca apostaría por mí, mientras que yo lo apuesto todo a una. Soy comprensiva y empática, me pongo muy fácil en la piel del otro, e intenté comprender y apoyar todo lo que pude y más, aunque no fue suficiente.
Fuiste (y eres, no nos vamos a engañar) más de lo que deberías, más de lo que te merecías y más de lo que voy a llegar a admitir nunca. ¿Y yo para ti? Supongo que nunca lo sabré. Solo tú sabes lo que se te pasa por la cabeza, solo tú sabes por qué sigues leyendo esto, por qué te sigue interesando. No sé si yo lo quiero saber, pero nunca querré saber algo que me va a hacer daño.
Ya que nadie apuesta por mí, voy a empezar a apostar yo por mí misma. Voy a empezar a olvidar, a aceptar que por mucho que quiera (o queramos, no lo sé), te faltó valor para intentarlo un poco más. No quiero medias tintas, ni más noches de despistes por Madrid, ni volver a preguntarte qué coño haces con tu vida, que por qué haces lo que haces, porque me tiene que dar igual, me debería dar igual, me tienes que dar igual.
Escribo esto porque sé que lo vas a ver, y porque, a riesgo de parecer patética, necesitaba soltarlo escribiendo, igual que hago con todo. A riesgo de parecer patético, tú puedes hacer lo mismo conmigo, y si no, supongo que esto ya es un adiós.
Punto y final.
Procuro olvidarte
siguiendo la ruta de un pájaro herido,
procuro alejarme
de aquellos lugares donde nos quisimos.
Me enredo en amores
sin ganas ni fuerzas por ver si te olvido,
y llega la noche y de nuevo comprendo que te necesito.
siguiendo la ruta de un pájaro herido,
procuro alejarme
de aquellos lugares donde nos quisimos.
Me enredo en amores
sin ganas ni fuerzas por ver si te olvido,
y llega la noche y de nuevo comprendo que te necesito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario